Imagine que tiene acceso a un Ferrari último modelo. Usted se sube y se encanta con la tecnología y diseño de su interior. Es sin duda la mejor tecnología para lograr un viaje en automóvil. Sin embargo, cuando va a comenzar su viaje se da cuenta de que aquel no tiene ruedas. En ese momento no importa lo potente, aerodinámico y elegante de este, pues su utilidad en ese instante es cero.
La inteligencia artificial (IA) es una de las fuerzas más transformadoras de nuestra era. Esta ha revolucionado la forma en que las organizaciones piensan en sus procesos, lo cual ha sido particularmente importante luego de la aparición de ChatGPT. Pero ¿es esta efectivamente una agregación de valor en todos sus procesos?
He recorrido muchas industrias en todo el mundo solucionando problemas de negocio de las más diversas índoles y la conclusión más importante que pude extraer es que para implementar cualquier tecnología de este tipo se requieren dos cosas. Lo primero es entender profundamente el problema de negocio y el objetivo de la organización, y lo segundo es determinar en qué fase está la firma para adherir a estas tecnologías. No se trata de implementar la tecnología más avanzada, sino de resolver problemas comerciales reales de manera efectiva. Las empresas deben evaluar cuidadosamente dónde y cómo la IA puede agregar valor, evitando adoptar tecnologías por el simple hecho de ser novedosas.
Para empezar, la integración exitosa de la IA requiere una base sólida de datos. Los algoritmos de IA son tan buenos como los datos con los que se entrenan. Además, la implementación de la IA no se trata solo de tecnología; se trata de personas. La resistencia al cambio, la falta de habilidades y la comprensión limitada de la IA pueden obstaculizar su adopción. Las organizaciones deben capacitar a su fuerza laboral con las habilidades necesarias para trabajar junto a la IA. También deben fomentar una cultura que abrace el cambio y la innovación, lo que a menudo requiere un cambio de mentalidad desde la alta dirección hasta los empleados de primera línea.
La gobernanza de la IA es otro factor crítico. Las implicaciones éticas, de privacidad y de seguridad de los proyectos de IA son enormes. Las organizaciones deben establecer marcos claros para garantizar que sus iniciativas de IA sean responsables y transparentes, respetando los derechos de los individuos y las regulaciones gubernamentales.
En resumen, aunque la IA tiene el potencial de transformar las organizaciones, su implementación exitosa es un proceso complejo que requiere una planificación cuidadosa, inversión en infraestructura y habilidades, y un enfoque estratégico. La verdadera magia de la IA no reside en la tecnología en sí, sino en la capacidad de una organización para integrarla de manera efectiva en sus operaciones, cultura y estrategia. Al final del día, lo que queremos es aumentar el valor de la firma y no solo observar lo impresionante de una tecnología de IA. Es decir, queremos un Ferrari con ruedas.